Mi compañero de habitación y yo habíamos decidido apuntarnos a un viaje cuyo plan era recorrerse Québec, Montreal, Ottawa y las 1000 islas de Canadá en tan sólo 4 días.
La provincia de Québec (si, provincia, no estado) es una de las más grandes de Canadá y más pobladas con una cultura diferente al resto de Canadá, más cercana a la europea y cuya lengua oficial es el francés. Es por esto que Québec se considera casi una nación dentro de lo que es Canadá. Es más, según nuestra guía (que había nacido allí) se sienten muy orgullosos de sus costumbres y lengua heredadas de los franceses y se promueven muchos movimiento independentistas.
Nuestra primera parada fue la ciudad de Québec. Visitamos el City Hall nada más bajarnos del autobús para luego recorrernos las calles de la ciudad.
Subimos a lo alto del observatorio. El edificio grande con el tejado verde es el Chanteau de Fontena del que os hablaré más adelante.
Y dimos una vuelta por la ciudad. Como veis, con un estilo que recuerda más a Europa.
Aquí aprovecho nuestra guía para contarnos un poquito de historia y las batallas que mantuvieron los ingleses y los franceses, con victoria inglesa aunque posterior reconocimiento oficial de los derechos del pueblo francés de Québec así como el uso de la lengua francesa.
Nos contó también alguna que otra curiosidad. Yo no se si estaba un poco de broma o qué pero nos contó que allí a la gente le gusta salir a beber y los ingleses aprovecharon este hecho para atacar el día de la resaca (no se si refiriéndose a la batalla de los Llanos de Abraham que fue donde el ejército francés fue derrotado).
El tiempo mejoró mucho a lo largo del día. Pudimos visitar el Chanteau de Fontenac, un castillo enorme que fue construido como un hotel de lujo.
Vimos las vistas desde la pasarela llamada Terrase Duferin desde donde se veían unas buenas vistas.
Montreal quizá fue el punto negativo del viaje ya que el hecho de que el viaje fuese de tan sólo 3 o 4 días hizo que no pudiésemos ver la ciudad debidamente y nos la enseñasen en un tour montados en el maldito autobús. Casi como si no hubiese ido, una lástima porque era una ciudad que tenía muchísimas ganas de ver.
Montreal es la mayor ciudad de la provincia de Quebec, obviamente también de habla francesa y situada en una isla entre los ríos San Lorenzo y el Rivière des Prairies. La entrada a la ciudad es símplemente espectacular cruzando uno de los ríos por un puente con los rascacielos de fondo. Muchos quizá la conozcáis por albergar el famoso gran premio de Formula 1.
Paramos delante del estadio olímpico, que está situado un poco alejada del centro y que al parecer fue bastante polémico por la cantidad de dinero que costó a la ciudad.
Una vez llegados al centro, la primera impresión que me dio es que a diferencia de Quebec con un estilo tan europeo, Montreal se asemejaba más a una ciudad como Toronto, con grandes avenidas y un aspecto más americano.
Allí la carne ahumada era bastante famosa y fuimos a probarla. Con mostaza estaba de muerte pero creo que estaba un poco seco para mi gusto.
Poco más que contar, volvimos al hotel para luego ver un poco la vida nocturna de la ciudad. Al igual que en Toronto, en casi todos los sitios hay que pagar entrada. No hay nada del otro mundo, lo mismo de siempre y el ambiente de siempre, pero no se si fue por ir de marcha con la gente brasileña que está un poco loca, pero el caso es que lo pasé muy bien a pesar de que a mi no me gustan demasiado los “night club” que había por allí.
Yo quiero iiiiir!!!!!
ResponderEliminarLo mejor de todo que me ha hecho gracia, aunque práctico, ha sido el hecho de que separen las casas para que no se pase el fuego de una casa a otra.xD