Manejar una canoa es bastante fácil. Se hace con 3 personas, la de delante y la del medio reman (ya sabéis, diciendo ¡un, dos! ¡un, dos!) y el de atrás, al no haber timón, tiene que dirigir la cona remando hacia el lado contrario al que queremos girar, lo cual requiere bastante fuerza y trabajo que dejamos a mi amigo tirillas, por lo que girar giramos poco.
jueves, 24 de febrero de 2011
La abuelita de Hokkaido y Algonquin Park
Fue prácticamente en la primera semana que convencí a mis recién conocidos compañeros de clase para ir a una excursión a Algonquin Park. Nuestras expectativas respecto al viaje eran realmente altas, creo que debido a lo estupendos carteles publicitarios que rondaban por toda la escuela de inglés y que embaucaban a todo aquel que lo veía: naturaleza por todas partes, puestas de sol increíbles, animales como osos, ardillas y alces por todos lados, exploración y montar en canoa, todo eso prometía el viaje. No tardaríamos mucho en descubrir la verdad.
Una tarde de estas en las que todos mis compañeros tenían algún compromiso decidí ir con un amigo a algo que él llamaba "Open House". No estábamos muy seguros pero al parecer se trataba de una reunión de gente de varias partes del mundo para hablar básicamente de lo que te viniese en gana, pero al llegar nos dimos cuenta de que había un royo religioso un poco extraño. Aquella reunión tenía lugar en el pequeño piso de una anciana que era cura y que de vez se dedicaban a leer la Biblia para, teóricamente, enseñar inglés. Bueno, todo esto parece un poco de locos, pero en aquella ocasión se trataba simplemente de hablar con personas de otras partes del mundo y que la verdad, fue bastante interesante. Pude hablar con gente nativa, con varios estudiantes de mi misma condición y con alumnos de la universidad de Toronto, por lo que creo que fue una experiencia bastante buena y productiva.
Lo curioso del tema fue cuando me enteré de que aquella ancianita había pasado 20 años viviendo en Sapporo (Hokkaido) allá en los años 70 dando clases en la universidad de la misma ciudad. Yuichi, el amigo con el que fui, era precisamente de esa ciudad y escuchamos con atención todas las experiencias que nos iba contando. Dificultades con el idioma, diferencias culturales, malentendidos, y un largo etc que parecían más penurias que alegrías y que sin embargo acabó diciéndonos que no se arrepentía de nada. Si ya creo que es bastante increíble que mi padre viviese en Tokio en los años 80, no me puedo imaginar como sería la de esta anciana en una ciudad en la que supongo, ella sería prácticamente la única occidental. Creo que mi interés por Hokkaido ha aumentado bastante desde entonces y espero poder hacer una visita en un futuro no demasiado lejano.
Fue al rato que empezamos a hablar con su marido, comentándole mi próxima incursión a Algonquin Park. Rápidamente me bajó de la nube diciendo que no esperase gran cosa y mucho menos ver animales, pero que bueno, que aquello era bonito y que "just OK". Cuánta razón llevaba el hombre, por no ver no vimos ni pájaros pero por lo menos el chasco me lo llevé allí y no durante el viaje oye.
Llegó el día y tras tres horas de autobús en las que acabamos hablando de música coreana (tema del cual no se nada y sigo sin saber nada xD) llegamos a Algonquin Park.
Comenzamos con una gran subida por un bosque para llegar a un sitio con unas vistas bastante buenas.
Muy animados estábamos, y muy despistados también. Cuando llevábamos media hora allí nos empezamos a preguntar porqué nos habíamos quedado solos en la montaña, y es que el grupo se había marchado olvidándose de nosotros. Fue un pequeño susto pero con final feliz, dando vueltas por la montaña acabamos dando con la guía, bastante enfadada regañándonos como si estuviésemos en el colegio.
Tras dejarnos explorar un poco y comer comida basura, nos dirigimos al lago a recibir clases de canoa. Sin duda fue lo mejor de la excursión.
Manejar una canoa es bastante fácil. Se hace con 3 personas, la de delante y la del medio reman (ya sabéis, diciendo ¡un, dos! ¡un, dos!) y el de atrás, al no haber timón, tiene que dirigir la cona remando hacia el lado contrario al que queremos girar, lo cual requiere bastante fuerza y trabajo que dejamos a mi amigo tirillas, por lo que girar giramos poco.
Aquí yo remando como un campeón. Se hacen brazos eh
Este era un cachondo
Foto con gente con la que nos chocamos por no saber girar, era la canoa de mi amigo el cachondo
Tras las clases de canoa poco le quedaba ya a la excursión. Y nos metimos en la cafetería, que hacía mucho frío en aquel lugar.
Hacía frío, pero Kim era una exagerada.
Aquí tenemos a mi amigo tirillas Ji Hwan, posando cuando ya se estaba acabando el día.
Al volver todos sopas en el autobús como siempre. Fue un gran día.
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Qué bueno lo de que pensábais ver animales, y ni un pájaro.xD
ResponderEliminarY qué anciana más maja!